El trazado urbano de la ciudad de Barcelona cambió, definitivamente en el siglo XIX. El urbanista Ildeons Cerdá, que actualmente tiene una plaza a su nombre en la ciudad, propuso ensanchar la capital de Cataluña siguiendo un diseño de calles en forma de cuadricula, inspirado en el plan hipodámico. La idea cuajó y en 1860, se decidió implantar este sistema en la ciudad de Barcelona. Era el inicio, por aquel entonces, del denominado plan Cerdá.
La ciudad de Barcelona por esas fechas comenzó a crecer mas allá de sus limites de entonces y el Plan Cerdá terminó creando la zona que hoy se conoce como el Eixample o Ensanche y dandole un trazado de cuadriculas a la ciudad. La novedad que ofrecia esta solución era organizar el trazado urbano en forma de cuadricula, algo sin duda, innovador para la epoca.
Precisamente las manzanas octogonales que se diseñaron con el plan Cerdá en Barcelona ahora son uno de los simbolos que representan la evolución del urbanismo moderno, al articular todas las calles siguiendo una geometroa paralela y perpendicular. En el interior de las manzanas, espacios verdes, patios y otra clase de espacios permiten la vida y el disfrute de los ciudadanos o aprovechar estos espacios para crear terrazas.
Este diseño, durante su proceso se vió alterado por grandes y amplias avenidas cruzadas que cortaban en diagonal las cuadriculas. También incluyó chaflanes, una solución que facilita la circulación de vehiculos y aumenta la visibilidad en los cruces, al unir los lados de las manzanas de forma que las esquinas quedaron eliminadas. El plan Cerdá, permanece en el eixample como un legado arquitectonico y urbanistico de una epoca de florecimiento y vanguardia de la ciudad de Barcelona.
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